La chipriota
Nací en Nicosia, en Chipre y viví ahí, consecutivamente, hasta los 19 años, edad a la que me trasladé a Atenas, para estudiar Psicología. Al terminar la carrera, viví un tiempo en Portugal, en Chipre otra vez, España y, finalmente, llegué a Chile a finales del 2013.
¿Por qué en Chile?
Por amor.
¿Cómo empezó La Chipriota?
Pues, por resiliencia y cuando recibí las primeras reacciones de los chilenos, después de haber probado algo que yo preparé, me sentí con más confianza para presentarles, cada vez, algo nuevo. Esta interacción la siento como un diálogo. Y, para mí, el feedback que recibo es mi mayor recompensa.
Disfruto lo que hago. Todo lo que preparo, lo hago pensando en las personas que amo en mi vida, como si fuera para ellos. Tal como yo crecí. Con cariño expresado con la preparación de la comida.
Todavía tengo muy vivo el recuerdo de mi abuela, frotando una aceituna en mi pan tostado, para mi desayuno y como me despertaba el aroma de su preparación.
Éste es uno, entre muchos lindos recuerdos míos de niña, relacionados con sabores y aromas.
Soy autodidacta, más bien aprendí y sigo aprendiendo observando a otros. Experimento, incesantemente, con mezclas e ingredientes, buscando cómo llegar a los sabores de mis recuerdos.
En Chipre, la vida ocurre toda alrededor de una mesa. Las familias, todavía se juntan en la casa de la abuela el día Domingo.
En la comida, puedes encontrar las huellas de su historia. Es cuestión de descifrar los ingredientes y las especias, para descubrir las influencias de otras culturas que han tenido presencia en la isla.
¿Hasta donde voy a llevar La Chipriota?
No tengo la respuesta. Pero se que tomaré el consejo del poeta Constantino Cavafis y disfrutaré del viaje a Ítaca…